Gestión financiera
¿Qué es la amortización de deuda?
Publicado el 27 septiembre 2024
Modificado el 25 noviembre 2024

De todo ello, te vamos a hablar en este artículo. Además, profundizaremos sobre los diferentes tipos de amortización que vas a encontrar habitualmente y explicaremos cómo se amortiza una deuda.
Qué es la amortización de deuda
Aunque muchas empresas cuentan en sus balances con un pasivo importante y continúan generando más deuda para incrementar su velocidad de crecimiento, a otras no les hace gracia. Estas perciben cómo su patrimonio neto se reduce cada año por culpa de los préstamos que han adquirido con el paso del tiempo. Aquí es donde entra en juego este concepto.
La amortización hace referencia al proceso por el cual un autónomo o una empresa realiza un aporte adicional de capital para saldar o reducir su deuda total. Este proceso puede ser de varios tipos, como mostraremos en el próximo apartado. Su finalidad es la de reducir la carga de pasivo para que las obligaciones en el futuro tengan un importe más bajo.
Las distintas formas de amortizar una deuda
A la hora de liquidar un préstamo es posible elegir entre dos opciones diferentes en función del capital disponible.
Amortización total
En este tipo de amortización lo que se busca es abonar el capital restante de una sola vez para cancelar por completo un préstamo. Al hacerlo, todos los intereses pendientes de pago desaparecen, lo que supone un importante ahorro y la razón principal para llevar a cabo esta operación. Vamos a explicarlo mejor con un ejemplo en el que tu empresa tiene un préstamo al que le quedan 10 años para su vencimiento. Imagina que posees un capital pendiente de 150.000 euros, por el que pagas una cuota fija de 1.554,58 euros con un tipo de interés del 4,5 %.
Si no se llevase a cabo la cancelación, el total de los intereses al final de la vida del préstamo ascendería a 36.549,6 euros. Sin embargo, al liquidar el contrato, tan solo abonarás los 150.000 euros en un solo pago y desaparecerá la obligación de desembolsar el dinero adicional por los intereses pendientes. Eso sí, las entidades financieras tienen la libertad de fijar una comisión adicional por la amortización anticipada del préstamo que, en este caso, se calcularía directamente sobre los 150.000 euros.
Si tienes en cuenta un tipo del 1 % de penalización por realizar la amortización, sumarás a la operación 1.500 euros. Como ves, aun así se trata de un importe más bajo que el resultante de pagar por los intereses que quedaban pendientes.
Amortización parcial
A pesar de que la amortización total es la más beneficiosa, puesto que liquida por completo el contrato, no siempre es fácil contar con el dinero suficiente para hacer un desembolso de ese calibre. Aquí es donde aparecen las amortizaciones parciales. A diferencia de la anterior, lo que se hace en estos casos es pagar un capital adicional a la cuota mensual que se firmó en las condiciones. Para ello, las entidades bancarias suelen fijar un importe mínimo a amortizar y, al igual que en el ejemplo anterior, una comisión por hacerlo.
Una vez que dispones de los recursos para llevar a cabo la amortización, existen dos alternativas en función de los objetivos y las necesidades de la empresa. Por un lado, puedes reducir plazo, o bien, bajar la cuota mensual. Si reduces el plazo de duración del préstamo, la cuota no variará. En este caso, lo que se eliminan son los últimos meses de crédito. Por tanto, esto hace que la obligación con el intermediario financiero finalice antes. Sin embargo, a corto plazo, no notarás ningún efecto en las cuentas de la empresa. La principal ventaja de este método es que con un mismo capital los intereses que se ahorra tu negocio son más elevados.
Por el contrario, si optas por reducir la cuota, sí estarás reduciendo las obligaciones de la empresa desde ese mismo momento. No obstante, el peaje que debes pagar es que la duración del préstamo no mermará y el total de los intereses no se verá reducido en la misma medida. Te mostramos un ejemplo práctico para que se entienda mejor. Partimos del mismo préstamo de 150.000 euros del caso anterior.
En ambas amortizaciones la empresa cuenta con una liquidez de 50.000 euros para abonar una parte del préstamo:
- Amortización parcial de plazo: En este caso se reduce la duración del contrato de 120 a 74 meses y la cuota no cambia. Así pues, los intereses totales del crédito pendiente ascienden a 15.038,92 euros.
- Amortización de cuota: La duración continúa siendo de 120 meses, pero la cuota sí disminuye considerablemente de 1.554,58 a 1.036,38 euros. Con esta opción, los intereses totales del crédito pendiente son de 24.365,6 euros.
Qué forma de amortización parcial es más recomendable
Como puedes comprobar, el beneficio de optar por la reducción de plazo es muy evidente, ya que hay más de 9.300 euros de diferencia entre ambos tipos de amortización. Pero, ¿cuándo es mejor elegir cada una de ellas? Quienes optan por reducir el plazo lo deben hacer porque confían en el flujo de efectivo que genera su negocio. Estos responsables piensan que podrán mantenerlo o incrementarlo sin problemas a largo plazo. Sin embargo, cuando existen dudas sobre el rendimiento de la empresa en el futuro, lo más prudente es reducir la cuota. De este modo, no será necesaria tanta liquidez cada mes para hacer frente a las obligaciones a corto plazo.
Cómo se amortiza una deuda
En España, la mayoría de los préstamos contratados por las empresas siguen lo que se conoce como el sistema de amortización francés. Es uno de los más extendidos en todo el mundo. Su funcionamiento es muy simple. Consiste en establecer una cuota fija, salvo en el supuesto de los préstamos hipotecarios variables. En estos casos, se suele aplicar el euríbor junto a un pequeño diferencial. La cuota contiene un porcentaje de amortización de capital y otro porcentaje de intereses que varían a lo largo del tiempo.
Así, al principio del préstamo los intereses suponen una mayor parte que poco a poco va perdiendo peso en favor del capital. Por lo tanto, el efecto de una amortización anticipada es mayor cuanto antes se realice a lo largo de la vida del crédito.
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Cuándo le resulta interesante a la empresa amortizar su deuda
Antes de llevar a cabo una amortización, debes tener en cuenta el coste de oportunidad que supone para el negocio. Es decir, una vez que se aporte el capital, con él ya no podrás afrontar ninguna otra inversión que podrías utilizar para seguir creciendo o para pagar imprevistos. No obstante, hay muchos casos en los que es positivo hacer uso de esta herramienta. Te mostramos algunos de ellos.
Exceso de liquidez
Mantener el dinero en la cuenta bancaria te puede dar una gran seguridad, pero también es posible que se convierta en un lastre. Esto último ocurre cuando hay deudas pendientes que continúan generando intereses cada mes. Cuando una empresa afronta un escenario en el que su flujo de caja le permite generar mucho más dinero del que necesita, hay varias alternativas que se debe plantear en las que puede aprovechar ese capital para crear valor.
Por un lado, puede optar por la inversión de esos recursos en activos líquidos, como por ejemplo, cuentas remuneradas, imposiciones a plazo o fondos de renta fija. Estos productos financieros suelen tener una rentabilidad muy reducida que, en muchos casos, no llega ni siquiera a cubrir la inflación. Sin embargo, a cambio, ofrecen una gran seguridad y no necesitan demasiada atención por parte de los directivos.
También es posible optar por la inversión en fondos de renta variable o en adquirir una parte o la totalidad del accionariado de otra empresa. Esto tiene un mayor riesgo, pero cuenta a su favor que puede producir sinergias interesantes o ayudar al negocio a crecer.
Por supuesto, si hay planes para crecer, también es posible invertir el dinero en nuevos activos o proyectos dentro de la empresa. Incluso, añadir ese capital al fondo de maniobra para cubrir futuros imprevistos. Sin embargo, si los tipos de interés de los préstamos que se están pagando son altos, no merece la pena continuar sufriéndolos. En esa situación, amortizar la deuda puede ser una buena solución.
Buscar mejores créditos
No siempre que se realiza una amortización es porque la empresa cuente con fondos para hacerlo. En ocasiones, lo que se busca es reducir la carga buscando un tipo de interés más reducido que ayude a minimizar las obligaciones sin necesidad de descapitalizarse. Esto es algo bastante habitual. Lo puedes conseguir si los informes financieros han mejorado desde la concesión del crédito o si cuentas con un entorno macroeconómico más positivo.
Lo mejor para analizar su impacto es que lo veas con un ejemplo. Imagina el préstamo de 150.000 euros que vimos previamente. Pretendemos conseguir un escenario en el que logremos reducir la tasa de interés de un 4,5 a un 3 % con un nuevo préstamo más beneficioso. De este modo, la cuota pasaría de 1.554,58 a 1.448,41. Con ella, lograrías una reducción de 106,17 euros al mes y de 12.740 euros a lo largo de toda la vida del préstamo sin desembolsar un solo euro.
Renegociación de plazos
Este es otro escenario diferente. Aquí, las cifras de ventas no son positivas o la liquidez comienza a dar signos de alerta al comprobar los estados de flujo de efectivo. En este caso, puede ser necesario tomar medidas drásticas. Bajo esa situación, es vital que reduzcas el importe de las obligaciones. Para hacerlo, como responsable, deberás buscar una financiación a largo plazo que permita a tu empresa recuperar el impulso. Esta medida irremediablemente incrementará el tipo de interés. A cambio, evitarás la quiebra. Lo vemos con nuestro ejemplo.
Si el préstamo de 150.000 euros no lo puedes pagar, lo natural es buscar otro acreedor que lo prolongue 10 años adicionales al mismo tipo de interés hasta los 240 meses. De esta forma, amortizarás la primera deuda y conseguirás un resultado más favorable con la segunda. En este caso, la cuota pasaría de 1554,58 a 948,97 euros. Por lo tanto, reduces en más de un tercio la cuota. Eso sí, a cambio, los intereses del préstamo serán de 77.752,8 euros. Esto supone más del doble de los 36.549,60 pactados previamente.
Cuentas más saneadas
La deuda es una carga muy pesada, ya que, en ocasiones, muestra una imagen negativa de las empresas. Esto ocurre especialmente si los niveles de deuda se mantienen elevados y el crecimiento se estanca. Así, se entiende que muchos negocios opten por reducir su pasivo para conseguir unos números más atractivos con el fin de buscar nuevos inversores. Muchas veces, incluso, implica que se aporten fondos procedentes de los propios accionistas para conseguirlo. A pesar de eso, la recompensa a largo plazo puede merecer la pena.
Estas son solo algunas de las principales causas por las que una empresa opta por amortizar su pasivo. Sin embargo, hay factores externos que resultan claves para que se tome la decisión.
Como hemos visto, la amortización de deuda es un mecanismo muy útil que permite reducir el pasivo total de las empresas, pero no sale gratis. A cambio, es necesario hacer un esfuerzo importante, por lo que estas decisiones deben tomarse con responsabilidad y haciendo una previsión sobre los posibles escenarios futuros.
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